República Dominicana, como una cuarta parte de los países del mundo, es un país significativo como anfitrión de migrantes que arriban o transitan en su territorio, pero también de país emisor de dominicanos/as. “La migración, la trata y el tráfico ilícito de personas son asuntos separados pero interrelacionados. La migración puede darse por rutas regulares o irregulares y puede ser una opción libremente elegida o una opción obligada como un medio de supervivencia...

Si la ruta es irregular, puede ser que haya un traficante que ayude al migrante con miras a facilitar su entrada al país para ganar con la transacción. Puede ser que el traficante pida un monto excesivo y puede exponer al migrante a riesgos graves en su ruta migratoria, pero, al llegar a su destino, el migrante es libre para tomar su propio camino y normalmente no encuentra de nuevo al traficante. La trata en cambio tiene una naturaleza diferente puesto que involucra al movimiento de personas para los fines de explotar su trabajo o sus servicios. La gran mayoría de personas tratadas son trabajadores/as migrantes. Buscan salir de la pobreza y la discriminación, mejorar sus vidas y enviar remesas a sus familias… Para la mayor parte de las personas tratadas es solamente cuando llegan al país de destino que sus problemas comienzan, en la medida en que el trabajo prometido no existe y están obligados a laborar más bien en trabajo o en condiciones a que no habían consentido.

No es casual que el incremento en el tráfico ilícito de personas haya crecido cuando hay una demanda internacional en aumento para trabajadores migrantes…La carencia de oportunidades para la migración regular en otros países y el hecho de que muchos migrantes están buscando cómo trabajar en el extranjero como un medio de supervivencia quiere decir que las personas migrantes tienen pocas opciones más allá de los traficantes y tratantes para poder tener acceso a estos trabajos. Muchos gobiernos han respondido al problema proponiendo controles inmigratorios más duros, que puede hacer más rentable la trata y el tráfico ilícito de personas y puede empeorar su situación.” (ASS: The Migration trafficking nexus, Londres 2003). Siguiendo los llamados “Protocolos de Palermo” (2000) que suministra un encuadre legal internacional, el país cuenta con una ley sobre la trata de personas desde 2003. Sin embargo, esfuerzos para actualizar la ley con un amplio respaldo de relevantes sectores han sido soslayados por presiones de sectores conservadores. Al intentar equiparar la migración irregular con situaciones muy específicas de trabajo forzoso, a comienzos de 2023 los grupos anti-migrantes han obstaculizado la llegada de una nueva ley ante el Congreso dominicano. Urge aclarar las confusiones al respecto para poder avanzar hacia una legislación más moderna que proteja a cabalidad contra la trata de personas.

Bridget Wooding