El viernes 30 de julio, la Dra. Masaya Llavaneras Blanco, profesora en Estudios del Desarrollo en Huron University College (Canadá), compartió sus investigaciones en la conferencia titulada "El rol de los cuidados en la movilidad humana entre Haití y la República Dominicana", en las instalaciones de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en el marco del Proyecto Migra Salud.

Dicho proyecto es una iniciativa destinada a garantizar el derecho a la salud de personas en situación de vulnerabilidad. Este artículo refleja los aspectos clave de su presentación, basada en trabajo de campo en la frontera entre ambos países que comparten la isla.

Los cuidados como elemento estructural en la migración

La conferencista planteó que las migraciones entre Haití y la República Dominicana suelen ser analizadas desde una perspectiva de seguridad, lo que deja de lado otros aspectos fundamentales como el trabajo de cuidados. Este enfoque limitado invisibiliza las dinámicas complejas que influyen en las decisiones de las personas migrantes, especialmente en el caso de las mujeres haitianas y de ascendencia haitiana.

Desde 2016, la Dra. Llavaneras Blanco ha investigado la movilidad humana entre ambos países, centrando su análisis en los cuidados, tanto remunerados como no remunerados. Durante la conferencia, subrayó que este trabajo, aunque esencial, sigue siendo ampliamente invisibilizado en las políticas públicas, a pesar de su impacto directo en las vidas de las personas migrantes.

 Explicó que el concepto de "cuidados" incluye tanto las tareas domésticas remuneradas como aquellas no remuneradas, que las mujeres suelen realizar dentro de sus propias familias. No obstante, no se limita a las actividades tradicionales de cuidado directo, como la crianza o el apoyo a personas dependientes, sino que también incluye aspectos más amplios como el acceso a la salud, la educación y la protección social. Estos factores son fundamentales para comprender las causas de la migración y las condiciones en las que ocurre. En el caso de las trabajadoras domésticas migrantes, muchas de ellas mujeres haitianas, esta invisibilización se agrava por su estatus migratorio irregular y la falta de acceso a derechos laborales y sociales básicos.

La figura del habitante fronterizo: un desafío sin resolver

Uno de los aspectos mencionados en la conferencia fue la figura del "habitante fronterizo". Este concepto, que surgió como una posible solución para regular la movilidad de personas que cruzan diariamente la frontera para trabajar, sigue siendo un reto debido a la falta de implementación de acuerdo con la Ley de Migración de 2004 y su Reglamento de 2011.

Desde 2007, se han intentado crear sistemas de identificación para estas trabajadoras, permitiendo cierto control en su movilidad. Sin embargo, estos esfuerzos no han tenido el respaldo necesario de las autoridades dominicanas, y la figura del habitante fronterizo sigue sin consolidarse de manera efectiva. Las trabajadoras, muchas de las cuales son migrantes haitianas, continúan cruzando la frontera de manera informal y, en consecuencia, quedan expuestas a situaciones de explotación y abuso.

Este problema se agrava por la falta de acceso a documentación que les permita regularizar su estatus migratorio y laboral. La Dra. Llavaneras Blanco subraya la necesidad de establecer marcos legales que reconozcan y protejan a estas trabajadoras, brindándoles acceso a derechos básicos como la salud y la seguridad social.

La invisibilidad del trabajo de cuidados

El trabajo de cuidados, tanto remunerado como no remunerado, es esencial para la supervivencia de las comunidades en ambos lados de la frontera. Sin embargo, este trabajo sigue siendo invisible en las estadísticas oficiales y en las políticas públicas, lo que perpetúa la explotación de las trabajadoras migrantes.

Aunque la República Dominicana fue uno de los primeros países en ratificar el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que busca regularizar y dignificar el trabajo de cuidados, la realidad es que las trabajadoras domésticas migrantes, en su mayoría haitianas, no se benefician de esta normativa en la medida en que no se ha homologado con la legislación nacional. De esta manera las mujeres aludidas se quedan en una situación de vulnerabilidad extrema.

Historias de vida: Lucie y la lucha por la supervivencia

La conferencia también abordó las historias de vida de mujeres migrantes como Lucie, quien llegó a la República Dominicana siendo niña bajo un acuerdo informal conocido como Restavek. Este sistema, que aún existe en algunas comunidades haitianas, permite que menores de edad, sobre todo niñas, sean enviados a trabajar como empleadas domésticas a cambio de alojamiento y comida, pero sin ningún tipo de compensación económica.

Lucie, como muchas otras mujeres migrantes, enfrentó múltiples formas de violencia a lo largo de su vida, desde la explotación laboral hasta la violencia sexual. A pesar de las dificultades, ella y otras mujeres como ella continúan utilizando el trabajo de cuidados como una estrategia de supervivencia, migrando de un lugar a otro en busca de mejores condiciones de vida.

Movilidad y violencia: un ciclo perpetuo

El análisis de la Dra. Llavaneras Blanco también conecta la movilidad humana con la violencia de género. Las mujeres migrantes se enfrentan a múltiples formas de violencia, no solo en sus países de origen, sino también durante el proceso migratorio y en sus lugares de destino. En muchos casos, el trabajo doméstico remunerado se convierte en una vía de escape frente a la violencia, pero al mismo tiempo, este trabajo las expone a nuevas formas de explotación y abuso.

La movilidad, por tanto, no es solo una estrategia para mejorar las condiciones económicas, sino también una forma de resistir a la violencia estructural. Sin embargo, esta movilidad suele estar marcada por la precariedad, lo que perpetúa el ciclo de vulnerabilidad y explotación.

Los cuidados y la movilidad en un contexto de agotamiento

La conferencia concluyó con una reflexión sobre el agotamiento de los sistemas de cuidado y protección social, tanto en Haití como en República Dominicana, que obliga a las personas a buscar estrategias de supervivencia que, en muchos casos, implican la migración. Se señaló que las mujeres migrantes, al igual que Lucie, se ven atrapadas en un ciclo en el que deben cuidar para ser cuidadas, pero con muy poca protección social o laboral.

Este agotamiento también se refleja en la incapacidad de los sistemas de salud para atender adecuadamente a las mujeres migrantes, muchas de las cuales dan a luz en condiciones precarias y, en algunos casos, pierden a sus hijos debido a la falta de acceso a atención médica oportuna. La falta de documentación agrava esta situación, ya que las mujeres sin papeles no pueden acceder a los servicios de salud en pie de igualdad con mujeres nativas, lo que aumenta su vulnerabilidad.

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Conclusión: la urgencia de un enfoque integral de derechos

La conferencia dejó claro que es necesario un cambio profundo en la forma en que se aborda la movilidad humana en la frontera entre Haití y República Dominicana. Es urgente adoptar un enfoque de derechos humanos que reconozca el trabajo de cuidados como un elemento central en la vida de las personas migrantes y que garantice el acceso a derechos básicos como la salud, la documentación y la seguridad laboral.

La figura del habitante fronterizo, si se implementa adecuadamente, podría ser una herramienta clave para regular la movilidad de las trabajadoras domésticas y protegerlas de la explotación. Sin embargo, esto requiere un compromiso serio por parte de las autoridades dominicanas y haitianas, así como la participación activa de la sociedad civil y los organismos internacionales.

La movilidad humana entre Haití y República Dominicana no puede entenderse sin considerar el papel crucial de los cuidados. Reconocer este trabajo y garantizar los derechos de quienes lo realizan es esencial para construir una sociedad más justa e inclusiva en ambos lados de la frontera. En fin, las mismas mujeres migrantes están interesadas en asociarse en la Asociación de Trabajadoras del Hogar, que mantiene abierta la posibilidad de incluirlas en sus filas.