Las desigualdades se manifiestan no solamente entre el sur global y el norte global sino también se presentan dentro de los países, en cuanto a acceso a vacunas. De ahí la importancia de poder contar con poblaciones migrante regularizadas y visibilizadas, para poder estar incluidas en campañas nacionales de vacunas, junto con personas nacionales de los diferentes países.
Al lamentar la falta de acceso a vacunas de muchos países, el Director General de la Organización Mundial de Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, describió el mundo “al umbral de un fracaso moral catastrófico.” Por un lado, en un número significativo de países ricos, la cantidad de vacunas COVID-19 pedida excede lo que se necesita. Por otro lado, hay muchos países que tendrán que esperar – posiblemente durante años – para una disponibilidad más amplia de vacunas. Si los pedidos exagerados se cumplen, ¿qué podría pasar con el exceso de vacunas? Puede haber desperdicio, tal vez se vendería el excedente a quien podría pagar más o tal vez se organizaría la entrega a los países en vías de desarrollo donde COVID-19 sigue en sus buenas.
Se ha tenido un éxito preliminar al desarrollar tantas vacunas viables en un tiempo record. Pero no se puede cantar victoria hasta que se resuelva el asunto espinoso de la distribución. En 2017, anticipando esta necesidad para coordinación global en una pandemia en el futuro, la asociación pública-privada ACT-Accelerator se estableció con el objetivo de organizar, financiar y distribuir bienes medicales vitales, liderada por Noruega y la OMS. En 2020, se tomó el paso muy elogiado de establecer Covax para pagar inmediatamente la vacunación de un 20% del mundo en vías de desarrollo. Se pronostica que 1.7bn dosis pueden estar disponibles para 92 países a finales de 2021, una cobertura de 26%. Hasta ahora este mecanismo de distribución no ha aclarado la redistribución de vacunas extra donadas posiblemente por países colaboradores.
Pero las desigualdades se manifiestan no solamente entre el sur global y el norte global sino también se presentan dentro de los países, en cuanto a acceso a vacunas. De ahí la importancia de poder contar con poblaciones migrante regularizadas y visibilizadas, para poder estar incluidas en campañas nacionales de vacunas, junto con personas nacionales de los diferentes países.
Tal y como se menciona en el artículo "Uno de los gestos humanitarios más importantes de la última década: Acogiendo la población venezolana", un paso adelante es el proceso en curso para más de 100,000 migrantes venezolanos-as en situación irregular en RD. Ya es hora, también de profundizar en el seguimiento al Plan Nacional de Regularización de Extranjeros (PNRE), en que el estatus migratorio de muchas personas migrantes, mayormente personas haitianas, está en vilo a siete años del lanzamiento de este programa tan necesario en el país. Urge alcanzar a estas poblaciones difíciles de rastrear tanto por su ubicación geográfica como por su estatus documental en el país, tendiente a hacerles invisibles ante las autoridades.