Por Carlos Abaunza, Investigador asociado

10 octubre 2014--Con las más recientes expulsiones masivas que EEUU inició hace algunos meses contra jóvenes y niños mexicanos y centroamericanos, el tema de las deportaciones ha retomado vitalidad en el foro internacional. Dada la larga historia de la República Dominicana (RD) como país emisor y receptor de migración, este tema no es nuevo.

Producto de un reciente esfuerzo coordinado por OBMICA y la Universidad de Rutgers de New Jersey, auspiciado por GAIA (Centers for Global Advancement and International Affairs), se ha iniciado un diálogo entre investigadores nacionales e internacionales sobre las deportaciones dominicanas desde los Estados Unidos (EEUU) y Europa, a modo de entender cómo este fenómeno se ha ido desarrollando dentro y fuera del país, con énfasis en los impactos sobre la salud y el bienestar. El 21 de agosto del 2014 se reunió un pequeño pero significativo grupo de expertos en la academia y en el activismo trabajando en los Estados Unidos y en la República Dominicana que dialogó en torno al impacto de las deportaciones de dominicanas/os desde los EEUU y otras sociedades “receptoras” hacia su país de origen. Se propone sostener una conversación que contribuya a la mejor comprensión y tratamiento humano de individuos, familias, y comunidades cuyas condiciones de salud y bienestar están siendo afectadas por la criminalización, la marginalización y los estereotipos.

En este artículo, a manera comparativa, echamos una mirada a las deportaciones desde España, como la segunda fuente más importante de deportaciones de nacionales dominicanos (después de EEUU). Es un país expulsor mucho menos estudiado hasta ahora.

Hay una tendencia a presentar dichos fenómenos exclusivamente desde un punto de vista económico. No es lo mismo hablar de 1,111,755 expulsados de la Unión Europea (Eurostat) en los últimos 6 años, que plantearse esa misma cifra en términos de familias disueltas, hijos abandonados, planes truncados o personas retornadas a contextos desconocidos, por ejemplo.

Además de las cifras alarmantes que registra el fenómeno, las personas deportadas, sus familias y las sociedades en que ambas se desenvuelven deben enfrentarse a grandes retos. La estigmatización que muchos deportados sienten tras la experiencia se incrementa cuando, además, hay sentimientos de fracaso, vergüenza, o incluso de culpa ante lo sucedido. Este trauma se agudiza, aún más, cuando en las sociedades de origen (ahora receptoras) hay políticas públicas que suelen criminalizar al deportado.

En el caso de la RD, las cifras de expulsados que llegan cada año a la isla presenta una tendencia en crescendo desde hace algunos años. De acuerdo con los datos suministrados por la Dirección General de Migración, en el 2013 llegaron 3,008 dominicanos expulsados al país. Esta cifra equivale a recibir a 251 personas por mes. Esta cantidad de repatriados se torna problemática tanto por su carácter acumulativo (a lo largo de los años) así como por la carencia relativa de procesos de reinserción social.

Deportaciones desde España hacia RD

Se han encontrado tres tendencias sobre los números que presentan las expulsiones dominicanas procedentes de España. La primera, es una tendencia en crescendo desde el 2008 (ver Gráfico 1), con una leve baja con respecto al año anterior en el 2010 y 2012.

En el gráfico 2 se muestra que la tendencia con respecto a los datos de las expulsiones dominicanas desde España es que los hombres son más “deportables” que las mujeres. Así como el tema de las deportaciones del colectivo dominicano desde Europa no ha sido estudiado, el porqué los hombres presentan un índice de deportación mucho mayor que el de las mujeres, tampoco ha recibido la suficiente atención.


Finalmente, el siguiente gráfico muestra las principales causas por las cuales los dominicanos son aprehendidos y, eventualmente, deportados desde España. Éste deja ver una descomunal desproporción entre la irregularidad migratoria, el narcotráfico y “otros” crímenes, como se aprecia en el gráfico 3.


Este fenómeno contrasta con los datos de las deportaciones de dominicanos desde EEUU, en donde pesan más el narcotráfico y otros crímenes agravados.

Desafíos para plasmar un agenda de investigación

En conclusión, los repatriados dominicanos se enfrentan hoy día con grandes retos, entre los que sobresalen la necesidad de subsistir e intentar reinsertarse en una sociedad que los estigmatiza y rechaza de antemano. A pesar de que los números indican que son varios miles de personas en el país, llama la atención, la poca relevancia y seguimiento que se le da a esta migración involuntaria "de regreso". Esa despreocupación, apatía o encubrimiento, pareciera indicar que la sociedad (o sus autoridades) ha preferido hacer caso omiso a un hecho social que aqueja a miles de personas – quienes en un momento contribuían al crecimiento del país con sus remesas, pero que ahora “no son nadie”…

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en el boletín semestral de OBMICA, que puede ser descargado aquí.