En 1990, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático sentenció que “los impactos más graves del cambio climático podrían darse en la migración humana”. Desde entonces, la comunidad internacional ha avanzado pausadamente para mejor entender la compleja relación entre el cambio climático, el medio ambiente y la movilidad humana, poniendo de relieve el papel de los cambios ambientales como factor de migración y la precariedad de las poblaciones en situación de mayor vulnerabilidad.

Este proceso ha permitido el desarrollo de marcos estratégicos que abordan la migración por motivos ambientales desde diferentes enfoques, como son los procesos vinculados al trabajo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (1992), la integración de factores ambientales en los objetivos del Pacto Mundial por una Migración Segura, Ordenada y Regular (2018), la protección de desplazados internacionales en la Agenda Nansen (2015) y la prevención de desastres en el Marco de Sendai (2015-2030) .

La multitud de referencias a la migración que existen en los marcos estratégicos nacionales

reflejan la importancia creciente que los países del continente conceden al abordaje del tema. Al mismo tiempo, estas referencias sitúan a los actores locales, nacionales e internacionales ante el desafío de desarrollar nuevas e innovadoras iniciativas que den respuesta a las necesidades de las poblaciones más desfavorecidas ante el cambio climático. Frente a la presión creciente ejercida por la sociedad civil, un llamado de atención es necesario para que las partes implicadas ofrezcan e implementen soluciones concretas para una mayor mitigación del cambio climático y una adaptación más eficiente a sus efectos. El Caribe insular por su conformación geográfica de pequeños estados isleños en desarrollo (SIDS por sus siglas en inglés) está en el ojo de la tormenta metafóricamente y físicamente. El 1 de junio cada año hay una llamada de alerta al comienzo de la estación de huracanes. Debido al cambio climático, estos fenómenos meteorológicos no se están dando forzosamente con mayor frecuencia pero sí con más intensidad. En situaciones extremas tras el paso de huracanes en el archipiélago del Caribe, se ha visto la evacuación temporal de toda una isla, como fue el caso de Barbuda cuando “Irma” azotó el Caribe del este en 2017. “La movilidad de la población [en el contexto del cambio ambiental] probablemente ha de considerarse como un fenómeno que ocurre a lo largo de un proceso que abarca desde la migración totalmente voluntaria […] a la migración totalmente forzosa” (Hugo, 1996). Clima es un determinante por excelencia de desplazamiento y no existen tratados multilaterales ni legislación doméstica específicamente sobre el desplazamiento por temas de clima. OBMICA participa en espacios regionales de sociedad civil que estudian estos vacíos con miras a hacer propuestas para mejorar el encuadre legal y el abordaje a estos retos ineludibles.