La apatridia ocurre cuando ningún estado reconoce la ciudadanía de un individuo. Más de 10 millones de personas alrededor del mundo se encuentran en esta condición, incluyendo más de 130,000 en República Dominicana. La gente apátrida enfrenta dificultades para el disfrute de sus derechos humanos, tales como los derechos a la salud, educación, trabajo y debido proceso.
En 1984, se adoptó la Declaración de Cartagena sobre Refugiados, un nuevo hito en la generosa tradición de solidaridad, asilo, protección de personas refugiadas y cooperación regional en las Américas. Constituyó un marco innovador y flexible para responder de manera integral a los problemas jurídicos y humanitarios regionales en materia de protección internacional.
A comienzos de 2024 la violencia de género y las mujeres migrantes están en la mira en las Américas tanto en el tapón de Darién como en Haití. Hace poco un titular del New York Times afirmó que “Las agresiones sexuales a migrantes en Panamá aumentan a un nivel raramente visto fuera de una zona de guerra”. La Organización de Estados Americanos (OEA) presentó en marzo en Panamá una «guía» para atender con enfoque de género los casos de violencia sexual que sufren las migrantes al cruzar el Darién, la peligrosa selva fronteriza con Colombia usada como una ruta migratoria para llegar a Estados Unidos.
Consonante con este mensaje, el 12 de abril un amplio elenco de organizaciones católicas y sus allegados a escala nacional e internacional publicaron un importante posicionamiento, titulado Dignidad Humana y Deportaciones que en su esencia reza así: